Todavía está muy arraigado en nuestra cultura la idea de que portear a un bebé es «malacostumbrarlo».
Sin embargo, la realidad es muy diferente ya que ésta práctica conlleva numerosos beneficios para el bebé y la madre, tanto psicológicos y afectivos como como físicos evitando problemas bastante frecuentes como la displasia de cadera, la deformación craneal (plagiocefalia postural), o el reflujo.
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